miércoles, 10 de noviembre de 2010

Il Rumore

No olvidaré jamás aquella tarde soleada de verano en la que decidí coger el primer libro en inglés que leí -The secret garden- e ir al jardín botanico de Belfast a leer. Todo el mundo estaba disfrutando del sol en una enorme esplanada de hierba. El primer pensamiento que cruzó mi mente fue que la lectura se había terminado y que tendría que buscar otro sitio o volver a casa porque el ruido de tanta gente no me dejaría concentrarme. Pero el fastidio duró solo un momento porque en seguida pude comprobar que no había ruido. Todos charlaban, jugaban en el cesped, leían, pero no había ruído, solo un leve rumor que resultaba casi agradable.

Mi expresión de sorpresa tuvo que haber sido de fotografía. Después descubrí que eso no sólo sucedía en los parques. Una maravilla para mí que odio el ruido y que en España siempre acabo mosqueada en los bares porque no puedo oír a la persona que tengo enfrente.

Hoy en la escuela  de italiano había cuatro profesores juntos y no paraban de reir y hablar tan alto, tan alto, que no me podía entender con la secretaria. Mis compañeros irlandeses y la secretaría que es alemana parecían horrorizados por el hecho, ¿cómo es posible que cuatro personas sean capaces de hacer tanto ruido? A mi me han hecho reir mucho y me han hecho sentir en casa. Posiblemente empiece a odiarlo pronto, pero de momento me limitaré a disfrutar el regustillo de lo propio que me deja en los labios.

Y ahora es tiempo de otra italianada que no tiene nada que ver con la entrada salvo por el título, pero que aunque  a muchos nos pese, es un clásico de la música italiana:

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